L
AWRENCE
DE
A
RABIA
- L
OS
S
IETE
PILARES
DE
LA
S
ABIDURÍA
- 11
INTRODUCCIÓN
La historia que sigue fue por primera vez escrita en París durante la Conferenciade Paz, a partir de notas que había ido garabateando sobre la marcha, reforzadas por algunos informes que había ido enviando a mis jefes en El Cairo. Posteriormente, enotoño de 1919, este primer esbozo y algunas de las notas se me perdieron. Me parecióhistóricamente necesario reproducir el relato, dado que probablemente nadie en elejército de Feisal, aparte de mí, había pensado en aquel entonces poner por escrito loque sentíamos, lo que esperábamos y lo que pretendíamos. Así que volví a reconstruirlocon no poca desgana en Londres, durante el invierno 1919-20, a partir de mis propiosrecuerdos y de las notas que aún me quedaban. El recuerdo de los acontecimientosseguía vivo en mí y pocos errores pueden haberse deslizado —salvo en detalles defechas y de cifras—, si bien el perfil y el significado de las cosas habían perdidoagudeza al hilo de los nuevos intereses.Las fechas y los lugares son correctos, tal como mis notas los conservan, pero losnombres propios no lo son. Desde la época en que la aventura tuvo lugar, algunos de losque trabajaron conmigo han ido enterrándose en la vacua tumba de los deberes públicos.Libremente se ha hecho uso de sus nombres. Otros, en cambio, siguen conservando eldominio sobre sus propias vidas, y aquí guardo su secreto. Tal vez esto difumine lasindividualidades y convierta el libro en un tablado de títeres desdibujados, más que enun conjunto de seres vivos, pero unas veces se habla bien de los hombres y otras mal, yhabrá quienes no me agradezcan ni la alabanza ni el reproche.El retrato en solitario que hago de mí mismo, situándome en el centro de la escena, puede no hacer justicia a mis colegas británicos. Siento especialmente no haber dicho loque hicieron aquellos no destinados a misiones específicas. Actuaban desorganizados, pero lo hicieron maravillosamente, sobre todo si se tiene en cuenta que carecían de lamotivación, y de la visión de conjunto, de que disponían los oficiales.Desgraciadamente, mi único interés era la meta final de la misión, y el libro se orienta arelatar el desarrollo de la idea de liberación árabe, desde La Meca a Damasco. Intentadar cuenta racional de dicha campaña, de modo que todo el mundo pueda ver lo naturale inevitable de su éxito, y cuán poco dependía éste de una dirección consciente ycalculada, y menos aún de la ayuda exterior de unos pocos británicos. Fue una guerraárabe llevada a cabo y dirigida por árabes, y con un objetivo final árabe en Arabia.Mi propia participación fue de tipo menor, si bien, debido a mi pluma fácil, milibertad de palabra y una cierta agudeza mental, llegué a ocupar, tal como describo, unacierta y burlona primacía. En realidad nunca llegué a ocupar cargo alguno entre losárabes: jamás estuve al frente de la misión británica que actuaba con ellos. Wilson, Newcombe, Joyce, Dawnay y Davenport estaban todos ellos por encima de mí. Yo me jactaba de ser demasiado joven, no de que ellos pusieran más corazón o mayor inteligencia en el trabajo. Lo hice lo mejor que pude. Wilson, Newcombe, Joyce,Dawnay, Davenport, Buxton, Marshall, Stirling, Young, Maynard, Ross, Scott,Winterton, Lloyd, Wordie, Siddons, Goslett, Stent, Henderson, Spence, Gilman,Garland, Brodie, Makins, Nunan, Leeson, Hornby, Peake, Scott-Higgins, Ramsay,Wood, Hinde, Bright, Maclndoe, Greenhill, Grisentwaite, Dowsett, Bennett, Wade,
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